sábado, 15 de septiembre de 2007

Ciencia, medicina tradicional y medicina occidental

Desde el ingreso de la República Popular de China a las Naciones Unidas, ocurrido en la década de los años 70, se empezó a manejar en la Organización Mundial de la Salud el concepto de medicina “tradicional”. Con este término se hace referencia a un conjunto muy heterogéneo de ideas sobre la enfermedad, de procedimientos diagnósticos y sobre todo de medidas terapéuticas, que constituyen el contenido de las medicinas conocidas también como “autóctonas”, “indígenas”, “populares”, o “marginadas”. Todas estas medicinas tradicionales tienden a contrastarse con la llamada medicina “occidental”, que se identifica como la medicina científica, tecnológica y alopática actual. Gracias a una muy bien llevada campaña propagandista, el éxito del programa chino de medicinas “paralelas”, que combina los recursos de ambas posturas en la atención de los problemas de la salud de sus 1 000 millones de habitantes, es ahora conocido en todo el mundo.
En muchos otros países el equilibrio entre la medicina tradicional y occidental es menos armónico, inclinándose, casi siempre que el desarrollo socioeconómico y cultural lo permite, del lado de la medicina científica y tecnológica, mientras que entre los grandes núcleos de población económicamente débil de los países subdesarrollados lo todavía prevalece son las medicinas tradicionales. La asociación entre la afluencia económica, el desarrollo de la cultura y la preferencia por la medicina occidental podría sugerir que las medicinas tradicionales pierden terreno frente a los embates de la ciencia y la tecnología, que poco ha poco han ido sustituyendo al empirismo y a la imaginación sobrenatural, por el conocimiento más sólido y objetivo generado por su famoso método “científico” de trabajo. Sin embargo, las cosas son mucho más complicadas e interesantes que eso.
En primer lugar, las medicinas tradicionales y la medicina occidental tienen mucho en común: la poderosa influencia psicológica de la presencia del médico (o curandero, naturista, mago, osteópata, brujo, balneólogo, yerbero, etc.) en la actitud mental del paciente ante su enfermedad; el uso de muchos procedimientos terapéuticos similares, sobre todo ante problemas tan antiguos como fracturas, hemorragias, heridas traumáticas, embarazo y parto, picaduras de serpiente, enfermedades de la piel y senilidad; la administración de numerosas sustancias de diversos orígenes y con distintos grados de pureza, de las que la inmensa mayoría no sirve para absolutamente nada, otros son venenos más o menos potentes, y unas cuantas tienen efectos farmacológicos y/o terapéuticos maravillosos; la historia natural de la enfermedad, que en muchos casos tiende a curarse de forma espontánea, frecuentemente a pesar de lo que médicos tradicionales y occidentales recomienden como tratamiento (la tendencia y los poderes intrínsecos del organismo para recuperar la salud se conocen desde principios de la historia y fue bautizada en latín como vis medicatrix natura; como todo en medicina, su existencia ha sido aceptada por muchos y negada por otros tantos a través del tiempo. En nuestro siglo, sus partidarios la conocemos como homeostasis y la conferimos un papel fundamental en la biología normal y patológica).
En segundo lugar, las medicinas tradicionales y la medicina occidental no son productos culturales asiáticos e independientes entre sí, sino todo lo contrario; cuando se les contempla en forma y con conciencia histórica, hasta resultan ser parientes cercanos. El parentesco no es por compadrazgos o relaciones políticas; se trata de miembros de la misma familia, por cuyas venas corre la misma sangre ancestral. La medicina moderna inició su carrera hace más de 30 siglos y siempre ha conservado su mismo carácter ambivalente de oficio y profesión, de emprirismo y análisis objetivo, de arte (en el sentido del artesano, no del aritsta) y ciencia. Las raíces primitivas e irracionales de las ideas más avanzadas de la medicina moderna no son motivo de ruborización sino de orgullo. La superación de un concepto anticuado por otro moderno no debe ser motivo de mofa despectiva sino más bien de gratitud y reconocimiento filial a su contribución. Es como si los padres, al transformarse en abuelos, se convirtieran de cariñosos generadores de de la vida y todas sus dulzuras para sus hijos, en molestos y hasta malignos espíritus para sus nietos. Como feliz miembro del gremio de los abuelos, me consta que tal postura es completamente falsa.
En tercer lugar, en nuestro medio la medicina tradicional está haciendo un loable esfuerzo por incorporarse al nivel científico del siglo XX. Como este parece ser un primer intento, todavía se perciben rezagos de irracionalidad en su postura. Un ejemplo es la convicción de que todo el herbolario tradicional contiene principios farmacológicamente activos y relevantes a los diferentes problemas patológicos en que se usan. Tal convicción se basa en el hecho real de que algunas yerbas definitivamente sí tienen principios activos con efectos farmacológicos interesantes que deberían ser estudiados y aprovechados, como por ejemplo el zoapatle. Pero de ahí a asegurar que “…de no existir cientos de terapeutas tradicionales y los miles de recursos herbolarios, las curvas de mortalidad se verían notablemente modificadas, y no para mejorar precisamente…” hay todavía una enorme distancia.
La medicina occidental ha heredado mucho de las medicinas tradicionales y todavía va a incorporar mucho más de ese rico acervo de sabiduría empírica. Pero si va a seguir siendo científica, tendrá que hacerlo exigiendo pruebas objetivas en lugar de actos de fe, hechos rigurosamente documentados, en lugar de declaraciones de creencias o convicciones, y sobre todo haciendo caso omiso de argumentos demagógicos apoyados en un pretendido nacionalismo que la califica como “colonialismo cultural”. La medicina contínua del charlatanismo, entre cuyos disfraces favoritos están precisamente las medicinas tradicionales o populares; para distinguir con claridad entre los impostores y elementos genuinos y valiosos de la medicina autóctona, el único recurso es aplicarles el mismo tipo de análisis crítico riguroso que la medicina científica usa para sus propios conceptos y procedimientos. Mientras eso no se haga, toda la riqueza farmacológica encerrada en las yerbas pretendidamente medicinales seguirá siendo hipotética y confidencial.

Adaptado de :

Pérez Tamayo, Ruy. Acerca de Minerva. México D.F.:Fondo de Cultura Económica, 2002.

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://cartasacocca.blogspot.com/

Donde no hay justicia es peligroso tener razón, ya que los imbeciles son mayoria. Quevedo

Estimados : como Profesor Universitario, de la Universidad Kennedy. Dictaba cinco asignaturas, entre ellas, Ejercicio y Administración Farmacéutica. Con mas de 50 excelentes alumnos, inquisitivos, ávidos de adquirir conocimientos, mi misión además de enseñar Legislación Farmacéutica, era explicarles como es esta actividad comercialmente, tal es así, que como trabajo practico averiguamos al azar el costo de un descongestivo nasal en gotas, droga base nafazolina, tiempo en el mercado mas de 40 años, consultado el proveedor mas importante de drogas para la industria farmacéutica, dio el costo por frasco, 0,03 centavo, precio de venta 11,25 pesos, ganancia por unidad 37500 %, por supuesto esto no tiene parangón con ninguna actividad licita, a todo esto se me invita el 5 de junio de 2007 al Anexo de la Cámara de Diputados de la Nación, donde se realizaron unas Jornadas sobre " Ética y Medicamentos " estando presentes, legisladores, funcionarios gremialistas , las Cámaras Farmacéutica que supuestamente no habían sido invitadas, pero ahí estaban en segunda fila, farmacéuticos, etc, finalizada la Jornada se podían exponer posiciones de cada uno que quisiera hablar, yo fui uno de ellos y en particular me dirigí a las Cámaras de la Industria a los que tenia a pocos metros, el drama es la accesibilidad de nuestro pueblo a los fármacos, se nos mueren compatriotas, en particular niños ,muchos de ellos muy pequeños y esta gente sin ninguna culpa gana el 37500 %, esto es un escándalo de proporciones y el Estado debe y puede solucionarlo, no puede hacerse el distraído .

La respuesta a mis palabras no se hizo esperar, no para intentar solucionar el tema sino para sacarme del medio. Me cito mi Decano Dr, Capon Filas y La Directora de Farmacia Farmaceutica Magariños, y con un discurso Kafkiano e hiriente, me sacaron la cátedra de Farmacia, días después todas las demás, no estoy arrepentido, no puedo ser cómplice de tamaño despropósito.

Como curiosidad mi ultimo sueldo, aguinaldo incluido fueron 231 Pesos.

Lo saludo cordialmente.

Profesor Universitario.

Eduardo Marcelo Cocca

e-mail : profcocca@gmail.com


ESTOS SON LOS MAIL DE LAS PERSONAS RESPONSABLES DE MI SEPARACION DE TODAS MIS CATEDRAS, ES A LOS EFECTOS DE QUE SI ALGUIEN LES QUIERE DECIR ALGO.
UN FRATERNAL ABRAZO A TODOS
EDUARDO COCCA

Dr. : Rodolfo Capón Filas caponfilas@fibertel.com.ar

Farmacéutica : Maria del Carmen Magariños
magarino@biol.unlp.edu.ar



Rectorado


rectorado@kennedy.edu.ar


Este es un e-mail legal, libre de virus y contiene informacion que consideramos de su interés.
De acuerdo con la nueva Ley argentina Nº 26032 la libre distribución este email está autorizada
por tratarse de propósitos de información, sin embargo, si le hemos causado alguna molestia por el mismo,
le rogamos acepte nuestras disculpas y nos envie un mail a
ecocca@fibertel.com.ar para no ser contactado nuevamente.



SERVICIO DE INTERNET


Ley 26.032


Establécese que la búsqueda, recepción y difusión de información e ideas por medio del servicio de Internet se considera comprendida dentro de la garantía constitucional que ampara la libertad de expresión.


Sancionada: Mayo 18 de 2005

Promulgada de Hecho: Junio 16 de 2005


El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso, etc.

sancionan con fuerza de Ley:

ARTICULO 1°

— La búsqueda, recepción y difusión de información e ideas de toda índole, a través del servicio de Internet, se considera comprendido dentro de la garantía constitucional que ampara la libertad de expresión.

ARTICULO 2°

— La presente ley comenzará a regir a partir del día siguiente al de su publicación en el Boletín Oficial.

ARTICULO 3°

— Comuníquese al Poder Ejecutivo.


—REGISTRADA BAJO EL N° 26.032—


DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS AIRES, A LOS DIECIOCHO DIAS DEL MES DE MAYO DEL AÑO DOS MIL CINCO.


EDUARDO O. CAMAÑO. — MARCELO A. GUINLE. — Eduardo D. Rollano. — Juan Estrada.



http://cartasacocca.blogspot.com/